Congelar y descongelar carne son procesos muy habituales y prácticos en la rutina cotidiana mediante los cuales hacer una cómoda gestión de este tipo de producto y su adecuada conservación. No obstante, han de tenerse en cuenta algunas consideraciones para efectuar de forma correcta estos cambios de temperatura alimenticios orientados a retrasar la alteración del alimento durante períodos de tiempo extenso.
Cómo congelar carne adecuadamente
La primera recomendación es introducir al congelador la carne tan rápido como sea posible, tras saber que su consumo no va a ser prácticamente inmediato. Debemos asegurarnos que la temperatura a la que estará será la recomendada, -18ºC o inferior. A pesar de que la carne permite su conservación durante 72 horas aproximadamente tras su compra, lo idóneo es congelarla cuanto antes para garantizar que conserve sus propiedades lo máximo posible.
Además, en el caso de tratarse de carne envasada, lo aconsejable es cambiar su envoltorio por papel film o bolsas de congelación, de esta forma se evitará la desecación y quemaduras por frío. Si la pieza es grasa o tiene trozos de esta, lo más adecuado es retirar la mayor cantidad de sebo posible ya que este se altera ante el cambio térmico con mucha facilidad.
Lo más cómodo para su posterior uso, es preparar la carne en raciones de 250 gramos aproximadamente. Así se garantiza una mayor rapidez y por tanto una mayor calidad del producto en su descongelación. Pero también, resultará más cómodo en el momento de consumirlo debido a que se podrá aproximar la cantidad más adecuada que se desee utilizar.
Consejos y tiempo recomendado
No se aconseja congelar carne próxima a su caducidad, puesto que, a pesar de encontrarse en un momento óptimo de consumo, se corre el riesgo de que en la descongelación se deteriore y no sea apta para su consumo. Lo mismo ocurre con congelar carne picada, la cual solo podemos mantener tres meses en el congelador.
Existen unas recomendaciones generales para todo proceso de congelación que es importante seguir como, no volver a congelar carne ya descongelada, o esperar para congelar, en el caso de que se trate de carne cocinada, hasta que se haya enfriado. La carne congelada adecuadamente garantiza sus cualidades de sabor y aroma durante mucho tiempo, no obstante, cada tipo de producto tiene su tiempo orientativo de conservación inalterable de estas propiedades:
- Carnes magras: Como el pollo, la ternera, o el cordero, soportan en torno a seis y doce meses.
- Carnes grasas: Resisten adecuadamente de tres a seis meses.
- Carnes muy grasas: Se trata de los productos que conservan congelados correctas sus propiedades los períodos de tiempo más cortos, de uno a tres meses.
Cómo descongelar de forma correcta
Si el proceso de congelación consta de importancia, aún más lo tiene el de descongelación de la carne. Una ejecución no adecuada puede hacer que el producto se contamine e incluso transmita enfermedades en el momento de su consumo. Por ello, han de seguirse las pautas correctas para garantizar la inalterabilidad durante el proceso.
Lo perfecto y más indicado, es pasar la carne del congelador a la nevera, de manera que pierda temperatura de forma natural con un equilibrio térmico poco acentuado. Así, conseguimos que conserve las propiedades de sabor, textura, y olor. Descongelar a temperatura ambiente no es apropiado debido a que el producto gana temperatura de forma desigual, deshelándose antes por la superficie que por el centro y favoreciendo así la proliferación de bacterias contaminantes, igual que si se introduce en agua caliente.
No obstante, descongelar en agua fría es una forma segura de garantizar el estado adecuado de los alimentos, siempre y cuando estén sellados herméticamente y se garantice que no entrarán en contacto directo con el agua. También es muy importante mantenerla fría evitando las temperaturas de riesgo entre 30 y 42 grados.
Por supuesto, la tecnología ofrece otra alternativa para hacerlo de forma correcta. Podemos utilizar el microondas y los programas específicos para esto que ofrece el dispositivo. Una vez descongelada de cualquiera de las formas, se recomienda cocinar lo más rápido posible el producto, puesto que esta se deteriora más rápido que en su estado de frescura natural.